Dice Beatriz:
¡Hola después de tanto tiempo! Con renovadas ganas y en medio de las polémicas muy alimentadas por la prensa opositora, conviene aclarar primero que los problemas de la enseñanza y en particular de Secundaria no son nuevos. Desde la tan denostada "reforma Rama" ya se revelaban carencias de fondo en ese ámbito. Fueron largamente descriptas por sociólogos muy competentes en base a estudios que mostraron la gravedad de la deserción y el rezago endémicos en secundaria y la UdelaR. Lo de hoy (Pruebas PISA) es el lógico epílogo de lo que se venía gestando desde por lo menos la década del 70 en adelante. Ahora esas pruebas permiten objetivar (ver desde afuera) una realidad que sólo veíamos los que estamos especializados en educación a la que dedicamos lo mejor de nosotros.
Más que relevar carencias en infraestructura o en recursos humanos (que las hay de sobra), debería empezar a cuestionarse la vigencia de los currículos y contenidos y la eficacia de las estrategias y la práctica de los docentes, para trabajar con los hijos de una sociedad cada vez más fragmentada e irresponsable en sus obligaciones para con ellos.
Sí es cierto que la lentitud en los procedimientos ya sea para cubrir horas como para reparar locales y proporcionar recursos es un rasgo inherente a Secundaria. También es característica la ineficiencia de sus cuadros administrativos en oficinas centrales, desconectadas entre sí y totalmente burocratizadas, con funcionarios incapaces (o sin el poder) de tomar iniciativas que agilicen trámites y permitan mejoras en el servicio "sobre la marcha". Es igualmente real el mecanismo oscuro para designar a supervisores e inspectores, sin concursos de alto nivel ni evaluaciones externas que anulen las subjetividades de quienes los designan (se conocen todos entre sí) .
Pero enumeremos otros aspectos puntuales no menores por su representatividad: las pruebas PISA han demostrado que los conocimientos adquiridos por los alumnos (buenos y malos) no tienen aplicación práctica. Se plantean allí situaciones concretas, extractos de problemas cotidianos a resolver, para los cuales nuestros adolescentes no tienen respuesta. Se entiende entonces que sin ser técnicos, ellos mismos sientan que el liceo no les sirve para nada. Es más: los aburre mortalmente. Tenemos XO, Magallanes (las de secundaria), pero los profesores no están obligados a capacitarse masivamente en su manejo y aprovechamiento didáctico. Sólo lo hace el que quiere. Los chiquilines no son tontos, conocen perfectamente y "dan cátedra" sobre su utilización. ¡Qué lástima! Sin orientación pedagógica sólo llegan a twittear, chatear, buscar pornografía, construyendo realidades peligrosas para su formación (de hecho, se deforman como personas). ¿No introducir las laptop habría sido mejor? No lo creo. Al contrario: habría ahondado la brecha entre educandos (que usan habitualmente las compu en el cíber, en sus casas, con amigos o acceden a Internet por celular) y educadores (que habrían tenido la excusa perfecta para seguir desactualizados sin remordimientos). Todavía más contradicciones: en las salas de Informática de muchos liceos se ha instalado la plataforma LINUX/UBUNTU (barata y sin virus), pero el mundo externo (y real) sigue usando WINDOWS como programa básico. Parte de las PISA también.
Pero igualmente es cierto que la sociedad no asume seriamente su responsabilidad de educar. Así se ve que la educación como valor en sí ya no existe, hay que pagarles a los muchachos para que sigan en el sistema sin siquiera pedirles que demuestren que aprovechan la beca elevando su rendimiento académico. Como las Asignaciones Familiares. Tampoco se pide responsabilidad a los padres o representantes (ésos que van a inscribirlos en el liceo) para que continúen supervisando y acompañando al menor durante el proceso de educarse. Es lógico si se piensa que ni siquiera se los responsabiliza judicialmente cuando ese menor se desvía hacia la delincuencia o las adicciones, o sobrevive en la calle.
Tampoco los Consejos de Participación los involucran: como las APAL, así como están formulados sólo hacen que pongan todo tipo de excusas (falta de tiempo, trabajo, las más comunes) para no acercarse al liceo. Sólo acuden unos pocos, con ideas politizadas o reivindicativas, para nada representativos de la mayoría ni de la comunidad. Hablando de ésta: ¿No es hora de que las intendencias asuman su cuota de responsabilidad en el mantenimiento de los locales educativos en el territorio de su jurisdicción? después de todo, escuelas y liceos en buenas condiciones serían una referencia más de su gestión, mejor que la que dan parques, plazas y jardines, alumbrado y caminería. También movilizarían a más de un funcionario actualmente ocioso en su escritorio. Otra: para favorecer la inserción laboral de los bachilleres, daría buen resultado la exoneración de impuestos y/u otras obligaciones a comercios y empresas que emplearan a estos muchachos. Hay que ver que muchos de ellos son plenamente conscientes de que terminar secundaria no les abre NINGUNA puerta redituable.
Y podría seguir...
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