Mi hijo mayor cursó toda la primaria en la enseñanza pública, porque mi esposo y yo siempre valoramos y defendimos que la educación debe ser democratizadora y solidaria y trasmitir valores de integración social, que tanta falta le hacen al Uruguay de hoy. Al empezar Secundaria también priorizamos que se anotara en el liceo No 7 que le correspondía por zona, para iniciar esta etapa junto a su grupo de amigos.
Cursó 1er año en el 2007 en el turno vespertino y debo decir que la experiencia fue vergonzosa porque no puedo poner otro calificativo. En todo el año sólo 1 día tuvo todas las materias. Llegó al colmo de que una vez que debía tener 7 materias faltaron todos los profesores. Intenté varias veces hacer una estadística de las ausencias pero la cantidad superaba mi capacidad de registro. Nunca fueron menos de 3 profesores por día que faltaban una semana tras otra.
De 5 grupos de 1er año podía suceder algunos sábados que 2 o 3 grupos no concurrieran porque ya sabían que no iban a tener ninguna clase.
Hicimos cartas, entrevistamos a la Directora y la única respuesta fue la de reconocer que efectivamente la situación era vergonzosa pero sin dar la más mínima expectativa de que pudiera cambiar. La interpretación de la Directora era que el problema estaba en la tercerización de las certificaciones médicas de los docentes.
Habíamos coordinado con otros padres recogerlos a la salida los días que tenían horario más extendido, ya que la salida era de noche y nunca pudimos coincidir porque nunca salían los grupos a la hora convenida y pasábamos toda la tarde enviándonos sms sin saber bien a qué hora salían nuestros hijos y sin saber bien dónde estaban. Había días que a las 3 de la tarde estaban todavía en casa y antes de las 6 ya habían regresado.
Mi hijo me pidió cerca de fin de año que lo cambiara a la enseñanza privada. Se sentía perdiendo el tiempo, se comparaba con un primo de la misma edad que en un colegio estaba avanzando mucho más en los programas, además de tener miedo por estar con otros estudiantes más problemáticos y no sentirse contenido en el liceo.
Terminó 1er año con puntaje de 10 y el día de la entrega de las calificaciones fui a hablar con la Directora a ver si me daba alguna esperanza de que algo pudiera cambiar. La respuesta fue "Señora, si él se lo pide cámbielo".
Pareciera que desde la propia interna de la institución se hubiera asumido que ese no era el lugar para quienes pudieran tener más aspiraciones académicas.
Disculpen la extensión de la nota, pero sigo sintiendo que vale la pena que los padres demos a nuestros hijos el mensaje de que se puede cambiar la realidad y no naturalizar la costumbre.
Dice una de las letras de "Agarrate Catalina": "si vos no cambiás algo no cambia nada, ni aunque tu presidente sea Fidel".
Yo digo lo mismo. Yo soy médica, estudié siempre en la enseñanza pública y no tengo más que agradecimiento. Trabajo en ASSE recibiendo un salario que no hace mucho era de $2400. ¿Era esa una justificación para la mala praxis? Los profesores deberían dignificar su tarea comprometiéndose con el alumnado. No hay mejor gratificación y no pueden pedir el respeto de las autoridades sino consiguen primero el respeto de los jóvenes. Tienen un rol modélico y deben estar a la altura de esa responsabilidad. Pareciera que están trabajando para la matrícula de los institutos privados. El futuro de nuestro país es tarea de todos.
Cordiales saludos,
Dra. Irene Petit C. I.: 1.184.124-9
1 comentario:
Me remito a lo comentado en la nota de Carmen
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